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EL TÍBET, AGARTHA, SHAMBALA Y EL VRIL

Hablamos ahora del Tíbet, que aunque a algunos poco informados pueda extrañar, tiene mucho que ver con el tema de la Atlántida. Las relaciones entre la Alemania nacionalsocialista y el Tíbet fueron más allá de la mera rutina diplomática. Durante el Tercer Reich, Alemania mantuvo en el Tíbet diversos delegados y observadores y la celebrada expedición SS de 1938-1939 realizó multitud de estudios sobre las más diversas cuestiones. Himmler trataba de verificar la hipótesis de que tras el hundimiento de la Atlántida, el Tíbet fue habitado por atlantes blancos y que en ese lugar del mundo aún es guardado el conocimiento de los antiguos y las entradas a su “reino subterráneo”.
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En el Tíbet se conserva el mito ario que habla de un reino oculto, pero principalmente subterráneo, conocido como Agartha o Shambhala y que encontramos difundido en muy diferentes tradiciones. Sir Edward Bulwer-Lytton, diplomático y miembro de la elitista Golden Dawn, escribió en 1871 una novela titulada “La raza futura”. En esta se narra la aventura de un pueblo superior (los Vril-ya) que emerge del reino subterráneo, en el cual se había exiliado tras un cataclismo en la superficie exterior de la tierra, y que dispone de una energía cósmica denominada vril. En dicha novela también se menciona la guerra entre razas y se considera a los habitantes de ese mundo subterráneo como descendientes de los arios originales. Según esta tradición viva en Tíbet, este pueblo vive en el interior de la tierra y es superior en todos los niveles, tanto en el desarrollo personal como en el desarrollo y los logros materiales, a los hombres de la superficie de la tierra. Además, se identifica con propósitos benéficos y estaría regido por el “Rey del mundo”, siendo depositario de legendarias civilizaciones desaparecidas, como Lemuria y la Atlántida. René Guenón, en su libro ”El rey del mundo”, examinó las diversas tradiciones religiosas que confirman esta idea, según la cual las culturas posteriores se nutren de un origen ario. Por otra parte, para algunos ocultistas, la esvástica es el gran símbolo del reino subterráneo, que sería recogido por las tradiciones iniciáticas orientales y occidentales; sobre todo, por el budismo, el hermetismo cristiano, los templarios y la antigua masonería. En esta interpretación, dicho símbolo recrea la rotación del Universo en torno a un centro fijo que genera el movimiento. En esta misma línea –en la cual también se inscribe Blavatsky— se sitúan otros ideólogos, a través de quienes el interés por Shambhala y por la mítica fuerza cósmica del vril, interesaron al nazismo. El III Reich envió la celebrada expedición al Tíbet en 1938-1939, bajo la dirección del antropólogo Erns Schaefer, en busca de dicho reino y de los secretos de esa energía cósmica que podía resultar un arma decisiva. El vril, como decimos, sería una energía cósmica cuyo conocimiento y dominio permitiría entre otras particularidades el uso de capacidades paranormales como, por ejemplo, el control a distancia. Schaefer logró entrevistarse con el Dalai Lama y permaneció en las ciudades sagradas de Lhasa y Shigatsé durante varios meses. Aún hoy continúa ejerciendo un gran poder de fascinación el documental “El secreto del Tíbet”, fruto de la expedición nazi al Tíbet, que sigue siendo un indiscutible testimonio de unos años en que el Tíbet era un lugar ignoto para el resto del mundo. El propósito original de la expedición fue muy similar al que motivó la prevista expedición de Tiahuanaco, y se basaba en la creencia según la cual las montañas más altas del mundo podrían haber sido el refugio de una raza aria primigenia proveniente de la Atlántida tras el diluvio. Según el mito budista de Shambhala los arios primigenios habrían creado reinos subterráneos en los que seguirían conservando los secretos antiguos. Esta idea vino avalada por el ingeniero Ferdynand Ossendowski, quien, en su libro “Bestias, hombres, dioses” (1920-1921), describe cómo en su huída de los bolcheviques a través de Asia central, tuvo noticia del reino subterráneo de Agarthi, lugar en que se habrían refugiado los supervivientes de grandes continentes hundidos y que sería la sede de un Señor del Mundo. Edmund Kiss se encargaría de vincular el mito de Agarthi o Agartha con la cosmogonía glacial de Hörbiger quien ya apuntaba a una relación entre la Atlántida y el techo del mundo (Tíbet).

2 comentarios

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Hace tiempo que lei sobre este tema pero no lo tenia tan claro hasta que he leido este articulo, por lo tanto, te lo agradezco

monica -

este articulo es muy interesante ya que contiene mucha importancia para la humanidad y de lo compleja que puede ser la vida cuando se trata de entender aunque algunas cosas sean algo de lo comun